"Un arcoiris siempre da esperanza"

junio 03, 2020

Me encontré una carta afuera de mi casa.

Era una sencilla hoja de libreta de rayas que contenía un mensaje escrito con pluma roja, cuyo destinatario era nada más y nada menos que yo.

“Querido Vecino”, inicia. “Mi nombre María Rodríguez”, seguido de su número de teléfono y la dirección de su casa. Compartir datos personales así solo me indicaba que esta señora no le tiene miedo a nada.

No censuro su nombre porque no dudo que en mi colonia haya, al menos, unas 15 María Rodríguez. Continué leyendo, esperando una posible queja referente tal vez, a que a la hora de la comida en mi casa hay mucho ruido porque mi abuela, además de demencia, sufre de sordera, y cuando su aparato del oído no sirve, tenemos que hablar muy fuerte.

Pero no, el propósito era completamente distinto.

“Espero pueda leer esta carta.

Con mucho entusiasmo estoy realizando para usted que es mi prójimo por eso es de gran inportancia compartir este texto.

Mateo capítulo 6 - versículo 7

Cuando ores no repitas lo mismo una y otra vez.

Nuestras oraciones deben ser del corazón deacuerdo a lo que sentimos y necesitamos y lo más importante el único medio principal Jesú Quien murió por nosotros.

Deseo que al orar realize estas sugerencias Jehová Dios escuchara sin duda sus oraciones.

Lo invito al sitio www.jw.org

Me despido el objetivo principal

Querido lector aprender a orar.”

María no firmó con su nombre, sino con un dibujo, en el que debajo escribió “Un arcoiris Siempre da Esperanza”.

Incontables pensamientos pasaron por mi cabeza. Pero me parece buena idea, hacer una contestación pública y oficial. Siento que todos de alguna u otra manera la necesitamos. Así que aquí va.

Querida María:

Quiero agradecer el tiempo que dedicaste a esta carta y el haber escogido mi casa para entregarla.

Debo confesarte que en otras circunstancias posiblemente habría pensado que hay acciones con repercusiones más palpables, rápidas y efectivas que rezar. Irónicamente, tengo una cadena con una cruz colgando de mi cuello en estos momentos. Pero hoy, me veo invadida por la impotencia y veo tu propuesta como el único escape posible.

En estas circunstancias no me queda nada más que rezar porque mi padre pueda seguir trabajando a pesar de las 2 latentes amenazas con las que vive: un virus sin cura y una estancia sin papeles.

No me queda nada más que rezar porque mi madre no se contagie y traiga a casa esta gripa, aparentemente inofensiva, que podría traer consecuencias terribles para mis abuelos.

No me queda nada más que rezar por las injusticias que se viven en todo el mundo de las cuales somos conscientes mediante pequeños aparatos que nos atacan con noticias, videos e imágenes abrumadoras, con mensajes de texto y llamadas telefónicas.

No me queda nada más, que esperar a que el tiempo se me pase rápido para volver a sentir cerca a las personas que amo.

No me queda nada más que rezar por mi amigo y el regreso de su madre desaparecida.

María, se podría decir que hasta te envidio. Porque seguro tú pones tu corazón en tus palabras y yo soy de poner mis palabras en acción pero todo lo que está en mis manos ya lo hice y siento que nada ha cambiado, que no hay solución.

Pero como bien dices un arcoiris siempre trae esperanza y hoy no me queda nada más que esperar a que sea temporada de lluvias para poder ver esa franja de colores pintada en el cielo. Ojalá que con ella, pueda respirar más tranquila y conciliar el sueño más rápido.

Seguiré tu consejo: de nada sirve repetir lo mismo una y otra vez. Hice lo que hice, recé lo que recé. Y la próxima vez, será diferente. Haré lo que sea que tenga que hacer. Rezaré más, pero con otras palabras. Porque yo cambio con el tiempo si no es que el tiempo me cambia. Y avanzar no significa olvidar, significa aprender. Y uno no aprende si se queda atorado en el mismo capítulo una y otra vez.

Atentamente,

Tu vecina Ilse.

PD: Yo pensé que vivías sin miedo por compartir tus datos personales, pero ahora veo que vives con fé.

Ilse Ruizvisfocri